El arte de la conversación es una habilidad que todas las personas deberían dominar para tener éxito en la vida. La capacidad de hablar con los demás sobre temas que les gustan y hacer que se sientan valorados es algo de lo que carecen muchas personas tímidas, ¡pero no tiene por qué ser así! En este artículo, aprenderás a encontrar puntos en común con la persona con la que hablas, qué preguntas son buenas para iniciar una conversación, cómo evitar los silencios incómodos durante las conversaciones y mucho más.
Sé un buen oyente.
Es un error común pensar que los buenos oyentes son personas que nunca hablan. Los buenos oyentes son los que escuchan lo que los demás tienen que decir, y les dan tiempo para hablar sin interrumpir ni intentar hacerse cargo de la conversación. También son los que pueden escuchar con la mente abierta, no sólo oír las palabras sino entender su significado. Se necesita paciencia, empatía y respeto por los demás para ser un buen oyente, cualidades que todos deberíamos cultivar al llegar a la edad adulta.
Un buen oyente es el que sabe hacer las preguntas adecuadas. Es capaz de prestar atención y escuchar activamente cuando alguien lo necesita. Para ayudar a guiar su comprensión, un buen oyente utilizará técnicas de preguntas abiertas como «cuéntame más», «¿qué ha pasado?» o «¿hay algo más que quieras que sepa?». Una lista de otras cualidades que hacen de un gran comunicador incluye también ser paciente con los demás mientras resuelven los distintos puntos de una discusión; no interrumpir al interlocutor innecesariamente; mostrar un interés genuino manteniendo el contacto visual, asintiendo con la cabeza en algunos momentos clave de la conversación y manteniendo un lenguaje corporal atento.
Encuentra puntos en común con tu interlocutor y a crear un diálogo más atractivo.
Si te cuesta encontrar un terreno común con la persona con la que hablas, quizá sea el momento de cambiar de estrategia. No es fácil cuando no hay un interés mutuo entre las personas en la conversación y, después de darle vueltas a los temas que podrían salvar esta brecha. Hemos encontrado tres formas probadas de mantener conversaciones productivas:
La primera es compartiendo una parte de tu información personal, como lo que haces para divertirte o el lugar de la ciudad donde viven. Esto hará que confíen en que realmente quieres charlar y entonces puede ser más fácil para ambas personas abrirse sobre quiénes son realmente a nivel emocional en lugar de limitarse a hacer preguntas.
Otra forma es introducir en la conversación a alguien que tenga conexiones con todos los implicados, como si una persona dice «mi hermano también fue aquí» y otra menciona a su primo del oeste; estas dos cosas significan algo diferente, pero es difícil no olvidar que hubo algunas partes compartidas entre todas las partes, lo que puede ayudar a romper las barreras más rápidamente que basarse sólo en las palabras.
La tercera cosa es intentar no tomarte las cosas que dice la otra persona como algo personal y mantener las emociones bajo control. Esto te ayudará a mejorar tu capacidad de comunicación, sea cual sea el tipo de conversación.
No hables demasiado de tus propios intereses, deja que la otra persona hable más.
A nadie le gusta una persona que habla demasiado. De hecho, es molesto estar rodeado de personas que no dejan que los demás digan nada. Probablemente hayas sido esta persona en algún momento y sepas que puede frustrar mucho a los demás. Los habladores no son los únicos afectados por su propia boca; también pueden no disfrutar de lo que se dice porque no hay espacio para que ellos mismos hablen. La conversación ha pasado de la participación bidireccional a la unidireccional, en la que la otra parte tiene que sentarse y escuchar durante largos periodos de tiempo sin aportar nada a la discusión.
Si quieres evitar la incomodidad social, asegúrate de no monopolizar la conversación. Debes intentar que la otra persona también tenga la oportunidad de hablar.
Haz preguntas de seguimiento basadas en sus respuestas para que no haya un silencio incómodo después de cada pregunta.
Aunque puede ser difícil, el arte de la conversación es algo que toda persona debería saber hacer. Para dominar esta habilidad, haz preguntas abiertas y sigue sus respuestas para que no haya silencios incómodos entre cada pregunta.
Si no se te ocurre qué decir a continuación, ¡no te preocupes! Aquí tienes algunas buenas preguntas de seguimiento: «¿Qué esperas que ocurra en el futuro?» o «¿La gente se burla alguna vez de tu sueño? ¿Cómo lo has afrontado?». Este tipo de preguntas permiten una conversación más natural y un silencio menos incómodo.
Utiliza el humor con moderación, ya que puede hacer que algunas personas se sientan incómodas o que parezca un insulto.
El humor es un arma de doble filo. Es divertido, pero también puede ser ofensivo o doloroso para alguien a quien no le haga gracia ese tipo de humor. Dicho esto, hay algunos temas en los que hay que utilizar el humor con moderación para no ofender a la gente.
Nos reímos para no llorar y la risa tiene muchos beneficios para la salud, como reducir los niveles de estrés o aumentar la producción de endorfinas. Pero cuando te pones sarcástico y te burlas de la desgracia de otra persona, eso puede hacer que se sienta mal porque piense que la gente se ríe a su costa, en lugar de bromear con los demás con buen humor. Así que, a veces, utilizar el humor en exceso puede herir más sentimientos que ayudar a aliviar las preocupaciones o el estrés que hay en la mente.
El arte de la conversación es una habilidad que todas las personas deberían dominar para tener éxito. Es algo de lo que carecen muchas personas tímidas y te ayudará a establecer relaciones duraderas con tus clientes, compañeros de trabajo, amigos y familiares.